Se nos ha ido Antonio Escohotado, probablemente el librepensador más lúcido que quedaba en España. Un duro golpe para una sociedad civil ya prácticamente inexistente. Escohotado, el sabio, nos demostró que lo virtuoso es dudar de todo y saber cambiar de opinión cuando los hechos, después de años de verdadero estudio, nos demuestran que estábamos errados. No existe actitud más luminosa que aquélla de aceptar cambiar el juicio cuando la realidad nos conduce a ello. La única ideología de don Antonio fue la derivada de su análisis y su pensamiento. Que no olviden esto los presuntos intelectuales (más bien actores) que nos venden en los medios masivos una única verdad posible, sin opción a ponerla en cuestión. Una verdad, por supuesto, oficial, protegida del juicio disidente por la censura.
Don Antonio ha sido tan inteligente que ha sabido escapar de este mundo antes de que resulte imposible ejecutar una máxima que repetía de forma recurrente: «De mi piel para adentro mando yo». Este aforismo tan sencillo de entender ha pasado al mundo de la quimera, de lo imposible, de lo proscrito… ante la indiferencia generalizada, cuando no el aplauso, mediante la cortina de humo, la distracción de turno, de que habrá cabalgata de Reyes Magos o alguna otra bobería del estilo. De esta forma, no se atiende a la distopía que se viene encima.
Don Antonio, desde aquí mis sinceras gracias por su demostración permanente de libertad de juicio y de acción. Usted nos enseñó a vivir en coherencia con el pensamiento propio y a entender que cambiar de punto de vista, rectificando posiciones ideológicas simplistas, es lo que de verdad nos hace ser humanos. Usted nos enseñó a dudar. Sus críticos a sueldo, si quieren empatar, que empiecen por leer su obra. Probablemente no entiendan nada. Ellos funcionan en 140 caracteres. Por cierto, algún indigente mental ha escrito por ahí que don Antonio acabó siendo un facha… Desde luego, no se puede caer más bajo ni manejarse en mayor mezquindad.
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