«Los medios te están mintiendo porque tienen en sus manos el poder de adoctrinarte cuando quieren engañarte. Los de arriba, ordenando; los comprados, más abajo… ¡pa mandarlos a todos al carajo! El mundo que estamos viviendo no tiene sentido ni base real. Toca despertarse ya mismo, no dejándonos engañar. Ponte firme y no permitas, ni consientas que te digan, obligándote a que obedezcas a donde te quieran llevar…». Oiga, puesto así, negro sobre blanco, de forma que resulte comprensible, podría parecer una propuesta interesante para montar algo como una canción protesta. Ahora bien, si la puesta en escena es un auténtico mamarracho, el resultado no puede ser otro que un tiro en el pie…
Todo mal. Anoche se presentó en el Falla una agrupación que podría calificarse como discordante, que trató un tema capital, que ha afectado la vida de absolutamente todo hijo de vecino y sobre el que el concurso de la coplas había pasado de puntillas hasta ahora. En principio, lo lógico sería pensar que el reino de la crítica social y de la libertad de expresión podría haber acogido bien un discurso que va a la contra de la línea oficialista, porque el carnaval se sustenta en eso, en la crítica contra lo que pueda considerar socialmente injusto y en la burla y el humor inteligente al poder como escapatoria de la censura.
Sin embargo, si se sale a cantar como si estuvieran desollando un gato, si la mayoría de los que está en el escenario no se sabe la letra, si el tipo es incomprensible… parece todo una falta de respeto a un público que ha pagado una entrada y el resultado no es otro que un refuerzo a la tesis del pensamiento único. «¿Ves?, todos los que dudaban de lo que nos imponía el Gobierno de don Pedro son unos majaretas… como estos tíos», comentó anoche un amigo. Lo dicho: un tiro en el pie de manual.
Y ya, lo de que tuvieran que salir del teatro con la Policía presente es para pensar quiénes son ahora los feroces censores.
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