El papa Francisco acaba de conceder una entrevista exclusiva a un periodista muy mediático que previamente se ha destacado por proezas como pactar un amistoso cara a cara con todo un campeón de la democracia como Nicolás Maduro. He de reconocer que el máximo representante de la Iglesia Católica me ha dejado absolutamente perplejo. Esperaba de él un alto nivel intelectual ante la manera de enfrentar los problemas de nuestra sociedad, pero me he encontrado con una máquina de producir argumentos vestidos de emoción que en realidad son humo, la nada conceptual. Bergoglio ha decidido convertirse en una marca comercial. Ahora hay que tratar de averiguar qué es exactamente lo que pretende vendernos.
-Oiga, eso que está usted diciendo es muy injusto. El papa es una buena persona que sólo desea lanzar un aldabonazo para que todos seamos más hermanos y nos ayudemos.
-No lo veo así. Con su permiso, le explico por qué.
Francisco asegura en la entrevista que desea para la mujer un papel más activo y esencial en la Iglesia que él mismo dirige. Perfecto, eso suena bien. ¿En qué se traduce esta tesis? Pues en absolutamente nada, porque la Iglesia (como todas las instituciones religiosas) se basa en dogmas, que por pura definición (de la Iglesia, no mía) son inmutables y no están sujetos a la más mínima discusión. Así que si la Iglesia Católica tiene asumido que el sacerdocio es territorio únicamente masculino (esto dijo Juan Pablo II en 1994 al respecto: «Declaro que la Iglesia no tiene en modo alguno la facultad de conferir la ordenación sacerdotal a las mujeres, y que este dictamen debe ser considerado como definitivo por todos los fieles de la Iglesia»), me temo que no hay mucho más recorrido que el de querer quedar bien sin sustanciar en algo concreto este brindis al sol de Bergoglio. Suena agradable asegurar que desea un cambio, pero no se puede estar al plato y a las tajadas. La única actitud coherente sería dimitir y buscar ese cambio desde fuera. O eso o te cargas el invento de la doctrina eterna. Hay que elegir. No es serio arrostrar un argumento de pegatina, generar ruido y amagar.
-Bueno, quizás tenga razón en eso que dice. Pero tenga en cuenta que su posición no es fácil. El papa quiere que la Iglesia evolucione y eso no es sencillo.
-Querido amigo, es que eso mismo es el problema. La Iglesia, ninguna Iglesia, puede evolucionar más allá de una mera apariencia estética. Si tocas lo esencial y conviertes todo en relativo y opinable, la institución perdería su credibilidad como garante de una presunta interpretación de la voluntad divina. Si me permite, quisiera también alertar sobre otro asunto comentado por Francisco en la citada entrevista…
Se trata de la cuestión de los inmigrantes. ¿Existe una sola persona en el mundo que disfrute con el sufrimiento ajeno? Quizás haya algún desequilibrado, no lo niego, pero entiendo que la inmensa mayoría tiene, tenemos, una tendencia al bien. Partamos de esa base. Por este motivo, no termino de entender cuál es la tesis de Bergoglio en relación a las fronteras. He creído interpretar que le aterrorizan las vallas y que no quiere ningún tipo de muros. En tal caso, imagino que sostiene la anulación de todos los controles aduaneros y que se dé luz verde al libre tráfico de personas en todo el planeta. Correcto si es así, pero que lo diga alto y claro. No me vale que se lleve las manos a la cabeza cuando le muestran una concertina como si fuera algo que desconociera hasta ese momento… mientras que él vive en un palacio exclusivo, inaccesible y protegido veinticuatro horas al día por gente armada. ¿Exactamente cuántos inmigrantes aloja en sus dependencias privadas?, ¿los miles que llegarían de inmediato a Roma si no existieran las fronteras tendrían las puertas abiertas del Vaticano? Imagino que sí, porque no podría ser tan demagogo de pedir la supresión de las fronteras para los demás pero no para él, ¿no es cierto?
Por esta vez voy a no incidir demasiado en el comentario con el que trató de escapar cuando se le preguntó por la mansión donde reside: «Yo vivo en un museo y eso es lo más aburrido que existe». ¿De verdad considera que eso es suficiente para no parecer élite y simular cercanía? En fin, vuelvo a mi argumento original: pienso que Francisco se ha convertido en una marca comercial y desea vendernos algo que no termino de discernir. De momento, le ha salido un competidor a Paulo Coelho con las frases biensonantes para adolescentes desorientados. Personalmente, yo prefiero que me hablen como un adulto y que enfrentemos los problemas reales con soluciones imperfectas pero concretas. Estaré encantado de que el tiempo me quite la razón y que Francisco me ponga en mi sitio, pero me temo que me voy a quedar con las ganas. Insisto en que ojalá no sea así.
-Compañero, me da igual lo que usted diga. Yo seguiré pensando que el papa es bueno. Él tiene un plan que todavía no entendemos, pero verá que no será sólo un personaje de la tele. Él no nos va a fallar.
-Aquí estaremos para contarlo si así sucede.
La foto es de IBL News tomada del programa (innegable éxito periodístico) de La Sexta TV.