En 2017, Iván Redondo citó La venganza del conde de Montecristo para argumentar que Pedro Sánchez podría ser presidente. El tiempo le ha dado la razón. Este hábil analista político, el mismo que antes trabajase para el PP coronando a Albiol en Badalona y a Monago en Extremadura (con el impensable apoyo de los comunistas), ha aupado al madrileño, un tipo que es lo más parecido a la nada intelectual, a la presidencia del Gobierno. Suyo es el incontestable triunfo. El país está literalmente en sus manos… lo que podría ser una buena noticia. Veámoslo. 

Mientras que Pablo Casado decidió suicidarse y entregar la dirección de su campaña al absolutamente inútil ¡Ma-ro-to!, Redondo ha manejado magistralmente los tiempos. ¿Que hay que sacar un documento falso en el debate televisado y proclamar altivamente que jamás se ha pactado con los independentistas? Hágase sin titubeos. ¿Que hay que mencionar mucho el difuso concepto de justicia social y de feminismo para posicionarme como teórico referente moral? Que no te dé la risa, pero adelante. ¿Hablaremos de ética aunque mantengo a una ministra de Justicia que se va de comilona con el hampa policial, plagio mi propia tesis y en Andalucía se han ido de putas con el dinero de la formación de los parados? Tú tira, mientras yo programo la llegada de la Pantoja en helicóptero para adormecer a los votantes, que para eso controlamos todas las televisiones… Sí, sin duda Iván Redondo es un genio de la táctica política. Y la política ha quedado reducida a eso, a mera estrategia, a asociar ciertos valores al candidato de turno para encandilar al electorado, sin profundizar mucho en propuestas concretas. ¿Para qué, si luego no se van a cumplir? Lo único importante aquí es crear una marca y luego venderla por tierra, mar y aire. Y en eso don Iván es el número uno indiscutible.

Que Sánchez no conoce lo que es el decoro es algo que no es novedad. Pedro considera que cualquier cosa que le haga permanecer un minuto más en el Falcon es moralmente bueno, ya sea aceptar un relator de Torra o votar contra la Policía de la mano de Bildu. Qué más da; él está encantado de conocerse y ya tiene la vida resuelta. La posible buena noticia de todo esto es que, como a Sánchez le da todo igual menos que él esté en el poder, puede anunciar una medida y ejecutar la contraria en menos de un minuto. Y ahí puede entrar el factor Redondo: si nuestro gurú determina que, con los actuales resultados electorales en la mano, le favorece una política moderada para aglutinar a la mayoría centrista, puede que nos encaminemos a un Gobierno aceptable. Todo va a depender de cuál sea la mejor manera de vender la marca del plagiador, pero creo que tenemos una posibilidad de que cuadre. Estamos en manos de don Iván y de su capacidad de maniobra.

Mención aparte merece la sensacional actuación de Pablo Iglesias en los debates televisivos. Ni Ricardo Darín ni Antonio de la Torre ni nadie, el candidato de la hoz y el martillo es el mejor en la representación. Va el tío y sale con un ejemplar de la Constitución Española, como si la defendiera. ¡El mismo que en las herriko tabernas y en Cataluña ha proclamado hasta la saciedad que el régimen del 78 es un candado que hay que abrir! Hay que tener la cara como el cemento armado. Y lo dice con la voz tan calmada y modulada que parece hasta moderado. Un actor extraordinario, sin duda.

Enfrente quedaron Pablo Casado, cuya sola decisión de colocar a Ma-ro-to (¡!) al frente de la campaña le inhabilita para mandar ni en su propia casa, y Albert Rivera, quizás a medio plazo el que tiene mayor margen de crecimiento de estos cuatro candidatos (siempre que don Iván se duerma). Vox se quedó en más ruido que nueces. Lo único cierto es que en el País Vasco y Cataluña, los partidos constitucionalistas prácticamente han desaparecido (no quedará nadie que crea que el PSC está a favor de la Constitución, ¿verdad?), así que España, tal y como la hemos conocido, puede cambiar. Estoy deseando conocer qué opina Iván Redondo al respecto. Lo sabremos por boca de su marioneta Sánchez.

 

La foto es de La voz de Galicia.