—Hombre, querido amigo, ¡cuánto me alegro de haberlo encontrado aquí, en el mercado! Estaba deseando verlo para hacer una pregunta.

—Dígame usted, querido amigo, en qué puedo ayudarlo.

—Verá, ya sabe que sólo hace unos años que vivo en la ciudad, pero desde el primer momento me he interesado mucho por todo lo relacionado con el carnaval, sobre todo por sus letras contestatarias y valientes. Usted me ha contado cómo los carnavaleros, con su ingenio, resistieron de pie a los tiempos de la dictadura. Pese a las adversidades, sobre todo por la censura y las posibles represalias de algunas letras, ellos mantuvieron la llama del librepensamiento y de la necesaria crítica social.

—Y así fue, querido amigo.

—Entonces, mi pregunta es por qué ahora la práctica totalidad de las agrupaciones parecen voceros del Sistema y se ha perdido la rebeldía. ¿A qué se debe?

—Perdón, caballero, considero que está mal informado: en el carnaval se sigue atizando a diestro y siniestro. Es un espacio de libertad para protestar y hacer crítica social.

—Pues entonces, le diré que no comprendo por qué todas las letras presuntamente reivindicativas parecen sacadas directamente de la portavocía del Gobierno del país.

—¿A qué se refiere exactamente?

—Bueno, escucho agrupaciones muy jaleadas que se declaran hijos de obreros y paladines de la libertad… y luego cantan para que echen a «los fachas» del gallinero del teatro. ¿Eso es defender la libertad? ¿Y a qué se refieren con «los fachas»?

—Bueno, supongo que apuntan a los que no comulgan con el Gobierno.

—Entonces, ¿qué hay de valentía en comulgar al cien por cien con la misma línea de pensamiento que proclama el poder? Yo pensaba que no había nada más recalcitrante que hacer humor ridiculizando al que no piensa como los radicales.

—Esto, bueno…

—¿Y por qué alguno se caracterizan del Che Guevara, no para parodiarlo, sino para identificarse con él como si se tratase de una referencia válida? ¿Acaso no saben que fue él quien impulsó los campos de concentración en Cuba para encarcelar homosexuales, a los que consideraba pervertidos, y a los disidentes del régimen? No me entra en la cabeza que haya agrupaciones que denuncien la homofobia y usen al Che como símbolo.

—No sabría decirle… ¿de verdad el Che hizo eso? Lo desconocía.

—Y sobre el feminismo, ¿piensa usted de veras que una letra es valiente y arriesgada si pide unos derechos… que ya existen? Sinceramente, no veo la valentía por ningún lado. Afortunadamente, la inmensa mayoría de este país está a favor de la igualdad de género y, además, es algo que ya está regulado por la ley.

—Hombre, mirado así…

—Estoy pensando que, quizás, una letra arriesgada sería la que atice a los defensores del pensamiento único, ¿lo ve usted igual que yo? ¿Hay alguna agrupación que haga eso?, ¿que vaya a la contra?

—Mmm, déjeme pensar. Diría que no, al menos yo no caigo ahora.

—Estaría bien, ¿verdad? Lo digo para que hubiera un contrapunto.

—No sé qué decirle, querido amigo. Mejor, vamos a tomar una cerveza y a hablar del partido del Cádiz.

—Hecho.

 

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