Casi un año después de que nuestras vidas sufrieran un terremoto vendido por la dudosa OMS como el resultado de unas fortuitas mutaciones zoológicas incontroladas (pura mala suerte), resulta que, según la agencia japonesa Kyodo, China ha impuesto una ley mordaza a los médicos de Wuhan que pudieran estar atendiendo a investigaciones independientes que todavía tratan de entender el origen del virus Covid-19. No es un mero ejercicio de censura.

Esto significa que este país, regido con mano de hierro por una dictadura comunista, impide bajo amenaza ¿de muerte? (ya fallecieron misteriosamente los doctores chinos que primero denunciaron la aparición del virus), que conozcamos la verdad del origen del problema que está puteando nuestras vidas, cercenando libertades en nombre de una supuesta responsabilidad social y empobreciendo bestialmente. Xi Jinping, el mismo que puso al frente de la oscura OMS al también comunista etíope Tedros Adhanom Ghebreyesus, para que le sirviera como títere y anunciara al mundo la actitud ejemplar y transparente de China en relación al coronavirus (ja, ja), todavía ahora sigue amenazando para que la verdad quede oculta.

Repito tanto lo de la tenebrosa OMS para que no se olvide su naturaleza. Es una organización que acumula demasiado poder (la única en el mundo con legitimidad para declarar pandemia) y que no responde a la protección de la salud general, sino a los intereses de sus financieros, entre los que se encuentran, además de la propia élite comunista china, los principales fondos dueños de las mayores empresas farmacéuticas. Ahí aparecen BlackRock y el resto de gigantes de inversiones, cuyas conexiones con sombríos millonarios maltusianos, como George Soros y Bill Gates, son de sobras conocidas. La OMS ha cocinado un fabuloso negocio mundial creando un mercado cautivo para las vacunas e impulsado por sus medios de comunicación domesticados y apesebrados (la inmensa mayoría de los existentes) para trasladar el mensaje infantil de que asumamos la pobreza y la deshumanización para así poder protegernos de una enfermedad que nos la venden como la única que existe.

Bien, hasta aquí es lo que sabemos, en mi opinión, de forma objetiva. Somos muy pocos los que defendemos este punto de vista. Y además somos tachados de majaras o conspiranoicos (término, por cierto, no aceptado por la RAE). Me da igual. Los que no deseen investigar nada y quieran creer que la verdad y el código de conducta del buen ciudadano está en el relato de los telediarios y en los medios que se limitan a reproducir notas de prensa oficiales sin cuestionar nada, están en su derecho de vivir en la oscuridad. Si optan por creer que las guerras no se planifican, allá ellos con su infantilismo.

Podemos intuir, lo desconozco en realidad, si el sentido último de este ataque a la Humanidad es sólo hacer dinero o si se pretende también un gran reseteo donde desaparezcan los valores propios de nuestra especie para ser sustituidos por un arquetipo más funcional y acorde para una mentalidad maltusiana (una visión que defiende que no hay recurso naturales para tanta población mundial, de forma que lo indicado es reducir drásticamente la natalidad) como es la de, por ejemplo, los citados Soros y Gates. Yo creo que vamos a una destrucción antropomórfica planificada, pero eso no se puede demostrar todavía.

¿Y qué pasa con lo que nos ocultan? Pues en el caso de España, como en la mayoría de países occidentales, se acepta el criterio de la opaca OMS para implementar políticas sanitarias. Los políticos están pútridos, anuncian grupos de expertos asesores que luego resulta que no existen, para después tomar medidas que afectan a la movilidad y a nuestros bolsillos. Insisto: es la OMS, la misma que aplaude a China (régimen que amenaza a los que investigan el origen del Covid), la que marca el paso de las políticas nacionales. Esto es el gobierno globalista, que ya funciona.

Recuerdo al estimado lector que esta OMS ha dado orden de contar como muerte oficial por Covid cualquier caso sospechoso de serlo… ¿Eso es un criterio científico, por amor de Dios? Y ese conteo falso, más el resultado de las PCR (cuya fiabilidad es muy baja, hasta el punto de que se acepta el término falso positivo) sirven como base legal para que se adopten decisiones drásticas, como confinar ciudades, encerrarnos en casa, empobrecernos, impedirnos viajar y, ahora, obligar a todos a meternos una vacuna hecha aprisa y corriendo de la que desconocemos sus efectos secundarios a medio y largo plazo.

Les digo una cosa, señores de la corrupta OMS y señores políticos amaestrados para aplicar sus políticas sin rechistar e imponer una única verdad: váyanse a esparragar.

 

La foto es de Nueva Tribuna.