Vayamos a los hechos. Hace pocas semanas, Janine Small, presidenta regional de las vacunas de Pfizer, compareció en el Parlamento Europeo. Lo hizo sustituyendo a su jefe, Albert Boula, el director ejecutivo de la gigante farmacéutica, que, probablemente, era el que tenía que haber dado la cara para explicar el fondo de unos contratos extremadamente millonarios de compra de dosis de las llamadas vacunas contra la covid.
La pregunta textual que hizo el parlamentario Rob Roos fue la siguiente: «¿Se probó la vacuna covid Pfizer para detener la transmisión del virus antes de que entrara en el mercado?». La respuesta literal fue: «No, tuvimos que movernos a la velocidad de la ciencia». Interesante contestación. Un medicamento comprado por cientos de millones de dosis (negocio de cifras galácticas), cuyo consumo o no derivaba en un pasaporte que limita enormemente tu libertad de acción, no fue probado antes de su puesta en el mercado. Realmente suena asombroso. Merece la pena repetirlo: un medicamento, cuyo no consumo supone ver reducido drásticamente tu capacidad de decisión, no fue probado antes de ser colocado en el mercado.
Es de suponer que tamaña felonía, únicamente matizada por la frase «tuvimos que movernos a la velocidad de la ciencia» (por cierto, ¿quién dicta cuál es esa velocidad?, ¿ella y su empresa?) habrá tenido un eco aplastante en los medios de comunicación.
Sin embargo, nada de eso ha sucedido. Transcurridas ya tres semanas de esas declaraciones, uno echa un vistazo en internet y lo más que encuentra son desmentidos. Pongamos algún ejemplo. En Los Ángeles Times podemos leer literalmente: «Janine Small, presidenta de mercados internacionales de Pfizer, dijo el diez de octubre al Parlamento Europeo que Pfizer no sabía si su vacuna Covid-19 prevenía la transmisión del virus antes de que ingresara en el mercado en diciembre de 2020, pero no dijo que la vacuna no hubiera sido probada del todo». Sí, han leído bien: «probada del todo». Estas son las palabras literales de un desmentido de algo tan relevante y de una persona que se arroga el derecho de hablar en «nombre de la velocidad de la ciencia». Por cierto, este artículo se acompaña, no se sabe si por recochineo, de una foto donde un ciudadano se inyecta «su quinta dosis».
En la misma línea se expresan Newtral (que aporta que Roos pertenece al «partido de ultraderecha holandés», probablemente para que sea prejuzgado como insidioso y malvado), AP y algunos más. Quizás sería un ejercicio interesante comprobar las conexiones que estos medios, presuntos verificadores de verdad, tienen con las grandes farmacéuticas. En fin, dentro de poco hay Mundial de fútbol y lo que se dijo en sesión oficial del Parlamento Europeo quedará olvidado mientras se siguen consumiendo millones de dosis.
—Oiga, usted se ha quedado calvo, ¿no es cierto?
—En absoluto, lo que sucede es que me estoy dejando crecer la frente. Se lo verifico.
(respuesta que quizás daría uno de estos medios, a los que estamos eternamente agradecidos por mostrarnos la verdad).
Foto de F. Froger / Z9, pour FranceSoir
La historia del Planeta podría escribirse contando las muchas mentiras y engaños a los que se les ha venido sometiendo a los hombres.
Los seres humanos (a veces inhumanos), mienten y engañan por varias razones, todas espurias, y entre ellas, unos por intereses económicos, otros por intereses políticos e ideológicos, otros por adoctrinamiento, otros para defenderse, y muchos cobardes, por miedo.
Pero de los que han sido engañados, Mark Twain decía que antes les sería más fácil volver a engañarles una y otra vez, que convencerles de que habían sido engañados todo el tiempo.