Ahora que se acerca el veranito, no está de más levantar la vista y analizar, aunque sea someramente, cómo va el mundo. A vuelapluma, diría que la Agenda 2030, ese camelo vestido de trampantojo buenista, se está cumpliendo inexorablemente. Hemos comprobado cómo, con un virus fabricado en un laboratorio y una verdad única sobre la narrativa del buen o mal ciudadano, convertida en relato indiscutible por los medios de comunicación y redes sociales controlados (el noventa y nueve por ciento, tirando por lo bajo), miles de millones de personas se quedaron en sus casas y luego tuvieron que introducir sustancias en sus cuerpos si deseaban recuperar algo de movilidad. La gran mayoría lo hizo todo, además, de manera complaciente. Primera fase, por tanto, saldada con matrícula de honor.
Una vez implantada esa narrativa, ya se sabe que se podrá activar a voluntad, según convenga: una variante de ese mismo virus u otro que se fabrique ad hoc bastará para apretar la soga. Sin embargo, quizás no sea necesario ser tan zafio en la forma de mostrar el ansia de dominio. Quizás baste con permitir que un tipo desquiciado y rencoroso con la historia gobierne uno de los tres países más influyentes y darle carrete para que se mantenga una situación bélica permanente, con sus pertinentes consecuencias en el plano económico y de miedo generalizado.
El otro ingrediente en juego es la aceleración de ese oxímoron llamado inteligencia artificial, una revolución que va a la velocidad del rayo y que sólo puede desembocar en el transhumanismo. La máquina —y los que la dirigen— podrá controlar todo mediante el reconocimiento facial, implantes biónicos y demás mejoras que ya son una realidad. Adiós a la privacidad y bienvenido el control absoluto, el íntimo y húmedo deseo de todo gerifalte con ínfulas de divinidad que se precie.
Esta combinación de factores, encabezada por el estigma de tildar de negacionista, conspiranoico y cruel con la Madre Tierra, a cualquiera que no trague, parece sencillamente imbatible. Desde aquí, mis sinceras felicitaciones a los señores que han ideado esta componenda y el famoso reseteo global. Son unos fenómenos.