Contenido subversivo es una novela negra que se desarrolla en Cuba y que tiene que ver con libros prohibidos y con las urdimbres geopolíticas que se manejan en la tramoya de la gestión cultural como medio de control del pensamiento. Me refiero a los tejemanejes de la psique colectiva de la población. Vivimos en la era de las fake news (noticias falsas), así que ya saben de qué les hablo. 

La he escrito, en primer lugar, porque me apetecía probarme, finalmente, como un autor de ficción, después de pasar veinticinco años escribiendo no ficción (periodismo, principalmente) en diferentes géneros. Segundo, porque me prometí acabar, antes de finalizar 2019, mi primera novela, ésa que llevaba meses armando y de la que tenía mucho material redactado, anotado, puesto en esquemas… cuando recibí en la pasada primavera un diagnóstico de tumor cerebral y operación inminente. Esa fatalidad me ha permitido, no obstante, disponer de un bien escaso, el tiempo: varios meses por delante de pesada convalecencia en los que me costó mucho redactar, corregir, casi diría que pensar. Escribir Contenido subversivo ha sido parte de mi (inacabada) terapia para volver a activar mis neuronas. No se preocupen, el asunto está controlado y la mejor prueba de ello es que, a pesar de seguir de baja y sometido a radio y quimioterapia, aquí estoy con una novela finalizada tras ocho vueltas de corrección y muchos análisis de la trama. Espero que el resultado sea un producto digno.

Llegados a este punto quisiera puntualizar que caerá en un error quien confunda al autor del libro con el protagonista del mismo. Hay dos grandes personajes en Contenido subversivo, y si bien es cierto que uno es un editor de nacionalidad española que impulsa un proyecto literario basado en autores cubanos contemporáneos, que es exactamente lo que yo mismo he llevado a cabo los últimos años con Editorial Guantanamera (una de mis actividades profesionales), yo no soy ese personaje ni hablo por su boca. No les negaré que llevo un tiempo pensando mucho sobre la conveniencia o no de la publicación… ¿Mejor no saco el libro y me ahorro posibles disgustos? Esa idea ha estado meses dándome vueltas a la cabeza, porque les aseguro que lo último que deseo en este momento es un engorro que me moleste a la hora de enfocarme en mi recuperación, mi principal objetivo a día de hoy. Por otro lado, también he pensado que estoy en mi perfecto derecho de hacer uso de la libertad de expresión (cosa sagrada) y hacer la novela que me apetezca. Si debo elegir entre escribir la historia que tengo en mente o dejar mi borrador en un cajón por incómodo, me quedo con lo primero

Actúo ahora como autor y no como el editor políticamente correcto de Guantanamera. Si alguien decidiera ver una oscura trama de intereses tras esta obra de ficción, está en su derecho de pensar de forma tan polémica. Por aquello de ladran, luego cabalgamos, agradeceré el marketing que haga a mi libro quien adopte esa actitud. De la misma manera que yo ejerzo mi derecho a crear la novela, usted puede elegir no leerla o no recomendarla. Así de simple. Sin más dramas.

Quisiera que quede algo bien claro: me considero una persona respetuosa, apasionada de Cuba y del inagotable talento de los cubanos, especialmente el literario, más allá de cualquier sistema político. Lo digo honradamente, sin recovecos. Sólo espero que quien desee darle una oportunidad a mi libro encuentre en él un texto trabajado, estiloso, con buen ritmo de lectura y una documentación digna. A mí me gustaría hablar sólo de Literatura cuando se trata de una novedad editorial, y no de presunto activismo. Para evitar malos entendidos he escrito este artículo.

Por último, quiero destacar que la idea de la trama de la novela no fue buscada por mí. En absoluto. A los de Guantanamera nos han pasado cosas tan inesperadas que casi no he podido evitar convertir ciertos sucesos documentados en parte de la historia novelada. Ha sido ella la que ha ido a mí y tocado la puerta, no al revés. Un ejemplo claro de esto que les cuento es que el propio título no es una ocurrencia mía inventada en el sofá de mi casa, sino que lo he copiado de una resolución aduanera.

 

 

La foto está tomada frente a la reproducción del primer mapa de Juan de la Cosa, en el centro de mi pueblo El Puerto de Santa María.